Paciencia





 Los poetas tienen ganas de matarse
y mucho miedo.

No quieren cambiar el mundo
quieren verse en el espejo
y escuchar su nombre
coreado por un pequeño foro.

Quieren que nos enteremos
de sus vidas maltrechas

encerrarse y encerrarnos
en sus adentros.

Los poetas son prescindibles
pero no los son las palabras
y ese es su escudo
pero también
su maldita trampa...: paciencia



La sangre recurrente




Todos quieren tocar al poeta
al personaje

al discípulo de un maestro
que ya nunca volverá

y al mal aprendizaje.

Todos quieren saber de él
su novedad es amigable
como la sangre
que intenta derramar
sobre un papel

pero que en verdad 
no tiene motivos
para ser un poema.










Crítica literaria - Contradicciones






Me dan ganas de no escribir más
de ganar silencio para el futuro
de ahorrar sonido
de quedarme en casa

pero no puedo hacerlo

debo despertar
y no caer en el intento

debo decir la verdad
debo estar atento
debo ser yo
y mis contradicciones

y no la mierda
ni la resaca.

La rapiña es veloz
y la vida no alcanza.

Crítica literaria - Poema de la Decepción -




No voy a decir ni polla
ni follar
ni heroína
ni cocaína
ni tetas
ni orgías
ni fiestas
ni tristeza
ni tanatorio
ni voy a hacer un falso haiku occidental
ni a contarles anécdotas de mi vida
ni de amores imposibles
ni me voy a cortar las venas
con el papel donde llevo impreso mi poema.

No voy a decir nada de eso
y no voy a pedirte perdón
por pincharte el globo.

Humano- Rimbaud no lo hubiera hecho



 

Algunos poetas de hoy usan seudónimos
y firman sus poemas con nombres extraños:

“La dama del insomnio” “Triste y colocada”
“El hombre de limón” “La mujer descosida”
"El Rabiolítico" "Cable a tierra"

Un snobismo más de la poesía actual
y de la necesidad
de seguir inventado falsas vanguardias.

Está el que suda como Bukowski
la que juega con la muerte de Pizarnik
el que se eriza como Poe
el que frunce el ceño a lo Baudelaire
la que abraza en una copa a toda la generación beat.

Eso me hace descreer un poco
en el valor de la identidad y la palabra.

A  mi entender
esa práctica supone
un gran problema para las letras.

«Yo soy otro» decía Rimbaud
con nombre y apellido: Arthur Rimbaud

Lo demás son tonterías.