Poderosos





Veo a esos hombres con mi ceño fruncido
pues no cabe otra manera de mirar.

Los observo caminar hablar,
frotarse las manos revolear los ojos
lamerse los colmillos.

Escucho las palabras que dicen
el tono en que las pronuncian
las intenciones oscuras que esconden.

Son una burla a la dignidad
un chiste de pésimo gusto
una risa dentro de un ataúd.

Con sus camisas blancas
sus trajes azules
sus corbatas al tono.

Sus movimientos de protocolo
sus autos oscuros
sus parientes acomodados
sus muertos y los nuestros en el jardín.

Sus estafas permanentes
sus ambiciones
sus crímenes organizados

Y creo que
NO PUEDE SER VERDAD
tanta tolerancia.