Los poetas tienen ganas de matarse
y mucho miedo.
No quieren cambiar el mundo
quieren verse en el espejo
y escuchar su nombre
coreado por un pequeño foro.
Quieren que nos enteremos
de sus vidas maltrechas
encerrarse y encerrarnos
en sus adentros.
Los poetas son prescindibles
pero no los son las palabras
y ese es su escudo
pero también
su maldita trampa...: paciencia