Parece
que a nadie le importa
lo que
cuesta mantenerse vivo
en este
atropello de malas intenciones
en este
vivir sucio
en este
olvido permanente
y tan
poco elegante.
Dicen
que del miedo
sólo se
puede esperar quietud
silencio
alertas
como
ampollas en las palabras
en los
gestos
ladrillos
en los ojos.
Los
límites del miedo
son
también los limites de los sueños.
Pero
aquí las voces se repiten
se
abrazan y se contienen
mientras
suenan disparos
y el cielo
es una sirena de la policía
una
lágrima sobre el polvo de la tierra
donde
se confunden el veneno y la medicina.
Los
días siguen pasando
manchados
de sangre
por
delante de los edificios públicos
y los
responsables se saben ciegos
se niegan
y se esconden
y luego
desde
las sombras
declaran
una guerra
que
pelearán sus vecinos:
niños
mujeres jóvenes viejos niños jóvenes
mujeres
niños viejos niños mujeres viejos
que llevan
en sus cuerpos
los
mensajes de un código criminal.
Se
pierde la dignidad
y cuando
ya no hay cementerios
a los
muertos los tiran en la calle.