Observa
a ese cura bajando de su auto
(imponente
como un dios)
en la
puerta de la iglesia donde da sus sermones
y se
agolpan las personas llenas de necesidades.
Les
hace una reverencia ciega, acostumbrada
un
gesto que no genera ni admiración, ni salvamento
ni fe, ni
una mierda…
y que
solamente alimenta el ego feroz
de la
fe cristiana
- Pero vamos Padre!,
Que
sabemos que esta gente no se alimenta de misas.
Done
usted unos billetes, una misericordiosa moneda
para
acallar el hambre y el sufrimiento de esta pobre gente.
Done
usted unos billetes de su paga celestial
venda o
empeñe uno de esos candelabros de oro
que
atesora en su iglesia.
Haga
algo más que simple palabrerío.
El
mismísimo Jesús lo habría hecho
pero
eso a usted no le importa.
Toda
esa gente a la que usted engaña y somete
detrás
de su sotana impecable desde lo alto del altar
con esa
infamia que se llama religión…
Esa
gente, Padre, se aferra a cualquier idea
que le
haga creer que las cosas van a cambiar.
Esa
gente piensa que usted por estar cerca de la divinidad
le concederá
un milagro
pero
sabemos que no es así.
- Vamos Padre
haga un
último sacrificio y baje de su pedestal
de luz
y
escuche a la gente desesperanzada
remánguese
ese disfraz ridículo y ponga manos a la
obra…
Y ya
basta de tantas mentiras. Iros al infierno de una puta vez.
- Vamos Padre, que no
es pecado ayudar…